En ciencia, la desigualdad no solo cuesta oportunidades: también cuesta desarrollo.
Esa fue la premisa del taller “La equidad de género en CTI como motor de innovación y desarrollo económico”, organizado por el Proyecto de Fortalecimiento del SINACTI II el pasado 28 de agosto. Se dieron cita 200 participantes de universidades, centros de investigación y entidades públicas, como parte del Plan de Acción de Género (PAG) del SINACTI II, una estrategia que busca transversalizar el enfoque de género en todas las acciones del proyecto y convertir la igualdad en un principio operativo, no solo discursivo.
El encuentro fue más que una capacitación: fue una conversación urgente sobre cómo lograr que el talento femenino deje de ser invisible en la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI).
Más allá de incluir mujeres: transformar las condiciones
La equidad no se trata solo de sumar nombres femeninos en los equipos. Significa entender las barreras estructurales que enfrentan las mujeres —desde las tareas domésticas no remuneradas hasta los sesgos en la contratación y promoción— y rediseñar las reglas del juego para que todas las personas puedan desarrollar su potencial.
La evidencia que duele, los datos que despiertan
En su exposición, Eliana Rubiano Matulevich, economista senior del Banco Mundial, lanzó cifras que nadie en la sala pudo ignorar:
- Las mujeres representan 54 % de los graduados universitarios, pero solo 34 % de los investigadores a nivel global (UNESCO, 2022).
- El Perú no escapa a la tendencia: más de la mitad de la matrícula universitaria corresponde a mujeres, pero ellas son solo 31 % del personal investigador (UIS, 2021).
“Esta brecha no es solo un problema de justicia, sino de eficiencia económica”, advirtió Rubiano. La subutilización del talento femenino equivale al 10 % del PIB global anual, y cerrar esa brecha podría aumentar la economía mundial en 26 % (ONU Mujeres, McKinsey). En el caso del Perú, el Banco Mundial estima que eliminar la discriminación y las normas de género podría incrementar la riqueza per cápita en 12 %.
Detrás de esa pérdida operan estereotipos tempranos. En América Latina, entre 8 % y 20 % de los docentes de matemáticas creen que “las matemáticas son más fáciles para los niños”. Es un sesgo que, con el tiempo, se traduce en menos niñas en STEM, menos mujeres en laboratorios, menos voces en la innovación.
Cambiar la cultura, no solo las cifras
La buena noticia: existen soluciones probadas.
Rubiano destacó programas de mentoría femenina, becas dirigidas a mujeres, y políticas de conciliación laboral y prevención del acoso que ya están reduciendo la deserción en ciencia. También mostró que en entornos laborales donde se promueve la transparencia salarial y el trabajo flexible, la productividad y la retención de talento aumentan.
“Cada mujer que se queda fuera de la ciencia es una idea menos para resolver un problema del país”, resumió una de las participantes.
Ruth, una historia que inspira
La voz de la magíster Ruth Liliana Cruz Ausejo, becaria del Programa de Doctorado en Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, puso rostro a lo que significa cerrar brechas con oportunidades reales. Desde la University of Cincinnati, donde realiza una pasantía, Ruth contó cómo el apoyo financiero del SINACTI II le permitió iniciar un doctorado, fortalecer su liderazgo y creer más en su capacidad como científica.
Hoy impulsa la creación de una Red Internacional de Becarios, para tejer vínculos y multiplicar el impacto de las investigaciones peruanas. Su historia muestra que invertir en mujeres investigadoras no es un gesto simbólico: es una política de impacto real.
Un espacio para repensar el futuro
El taller contó con la participación de representantes de ocho universidades nacionales, del Concytec, Prociencia, institutos públicos de investigación y empresas vinculadas al ecosistema CTI. Las encuestas aplicadas durante el evento —a través de la herramienta Mentimeter— reflejaron una satisfacción del 93,37 % entre los asistentes.
Los temas más demandados para próximos talleres incluyeron:
equidad de género en la ciencia, salud mental y bienestar, oportunidades de becas para mujeres científicas, apoyo a madres investigadoras y fomento de vocaciones científicas en niñas y adolescentes.
Lecciones que deja el encuentro
- La equidad no es un asunto de justicia, sino de competitividad.
Países que aprovechan su talento femenino crecen más rápido. - El cambio empieza en el aula.
Combatir estereotipos desde la infancia es clave para una ciencia más diversa. - Las políticas públicas deben ser sostenibles.
Las becas, las mentorías y las medidas de conciliación laboral deben dejar de ser excepciones para convertirse en la norma.
Hacia un SINACTI más inclusivo
El SINACTI II reafirma su compromiso con la igualdad de género como condición esencial para un ecosistema de innovación sólido. No se trata solo de incorporar más mujeres en la ciencia, sino de una reingeniería del ecosistema científico para que todas las personas tengan un lugar en ella.
La innovación no es posible cuando se excluye a la mitad del talento del país.
La equidad no es un valor añadido: es la base de un desarrollo inteligente y sostenible.